06 Sep
06Sep

Cuando entrenamos artes marciales tradicionales, pulimos nuestras técnicas, hasta convertirlas en reacciones condicionadas.

Las reacciones o reflejos condicionados son comportamientos que se producen en respuesta a un estímulo. Estas respuestas no ocurrirían de manera natural y por lo tanto deben ser aprendidas.

Este tipo de aprendizaje es una constante en nuestras vidas. Casi la totalidad de nuestras reacciones fueron desarrolladas y convertidas en hábitos. En la mayoría de los casos estos hábitos operan de manera inconsciente, no requieren de nuestra atención y podemos estar totalmente divorciados de ellos mientras los ejecutamos.

Podemos encontrar cientos de ellos en nuestra vida diaria. Solo pensemos, por ejemplo, que pierna colocamos primero dentro del pantalón. Nos sorprenderemos dándonos cuenta de que siempre comenzamos a ponernos el pantalón con la misma pierna.

Los hábitos son tales, como consecuencia de la creación de redes neuronales, las que una vez creadas permiten que el cerebro actúe automáticamente y deja de participar activamente en la toma de decisiones vinculadas a esa acción.

En general, el cerebro intenta detectar los patrones y convertirlos en hábitos, para lograr así que las acciones sean inconscientes y de esa forma liberar la capacidad de atención hacia aquéllas otras acciones que por ser novedosas o inesperadas requieren de la toma de decisiones. Nuestro cerebro forma hábitos automáticos para liberar valioso espacio mental y de esa manera ser más eficiente

Así que cuando tienes un hábito en tu rutina, tu voluntad ha dejado de estar vigente, lo cual es una excelente noticia en la mayoría de los casos, pero no lo es tanto cuando hablamos de la defensa personal.

En la defensa personal resultara casi imposible cubrir cada una de las opciones de ataque de un oponente con una “técnica” (Práctica adquirida por frecuencia de repetición de un acto), que no es otra cosa que un habito. Es por esto que la solución puede pasar a formar parte del problema, cuando sea incapaz de superar el habito en una situación crítica.

En esta área específica, el habito no te “sirve”, en realidad tu eres el sirviente. En la defensa personal cualquier habito puede llegar a ser un problema.

Por eso considero oportuno plantear el dilema entre “reacción” versus “acción”. Conforme los seres humanos desarrollan la consciencia y traen al consciente los procesos que su mente o hábitos, está en condiciones de evitar la “reacción” automática y ejercer la “acción” voluntaria y consciente.

La diferencia entre “reaccionar” o “accionar” está en que, mientras reaccionar depende de un agente exterior que provoca una respuesta automática y ajena, el accionar, por el contrario, actúa desde la independencia y la consciencia.

Si no elegimos cómo actuar, serán las circunstancias y los hábitos los que elegirán por nosotros.

Este enfrentamiento se da entre dos partes del cerebro. La parte vinculada a la reacción es la que resulta relevante para la formación de los hábitos y se llama ganglio basal; esta zona es la responsable de “guardar” un hábito de forma permanente.

La parte vinculada a la acción es el córtex prefrontal (que está justo en tu frente), ahí es en dónde decidimos nuestras acciones, hacemos planes y resolvemos problemas. Es en dónde tu voluntad tiene efecto

Sin embargo, Kapap (Israeli Martil Arts) y Systema (Russian Martial Arts) plantean una opción alternativa vinculada al accionar en la defensa personal. Utilizar la amígdala cerebral, es decir el principal núcleo de control de las emociones y sentimientos en el cerebro. Es aquí donde nuestra exclusiva forma de aprendizaje por conceptos se vuelve fundamental.

Mientras que los hábitos te esclavizan, los conceptos te liberan.

Existe una metáfora muy interesante respecto de las técnicas y los conceptos, que asimila a quienes se basan en técnicas a soldados y a quienes se basan en conceptos en reyes y plantea la disquisición entre entrenar como un soldado o entrenar como un rey.

Si vivimos con hábitos, estamos viviendo como soldados, mientras que si vivimos sin hábitos estamos viviendo como reyes.

Como ya dijimos, los hábitos nos hacen actuar “en transparencia” es decir sin intervención de nuestra voluntad y por lo tanto podemos decir que seguimos sus órdenes. Seguir ordenes es precisamente lo que hace un soldado. Seguir ordenes no es otra cosa que reaccionar.

Esto es muy diferente a lo que sucede con un rey, ya que este no sigue ordenes sino que las impone. La vida del rey no se basa en reacciones, sino en acciones. El rey es libre de actuar sin las restricciones impuestas por los hábitos.

Muchos dividen a los hábitos en buenos o malos. No hay tal diferencia en la defensa personal ni en la vida. Citemos a Aristóteles quien planteaba la costumbre como una segunda naturaleza: los hábitos, una vez adquiridos nos llevan a hacer sin esfuerzo, lo que sin ellos nos costaría realizar; y sean buenos o malos, ellos nos tienen a nosotros y no a la inversa. Los hábitos se adquieren, y llegan a tener, una fuerza igual o mayor que las cosas que hacemos por naturaleza.

La costumbre forma parte de la cultura; de manera que consideramos la cultura como nuestra segunda naturaleza.

La acción ocurre cuando una situación lo exige, es una respuesta libre y espontanea que damos en un contexto determinado. Y el aprendizaje por conceptos permite que realmente sea el cuerpo el que “piense’ y produzca la acción, dejando la mente afuera. Solo la reacción natural del cuerpo nos brindara la defensa adecuada.

Independientemente de la defensa personal, el “modo del rey” permite que el ser humano incremente su nivel de consciencia, desarrolle capacidad de imaginar su vida y, en consecuencia, pueda reinventarse sí mismo y renovar su existencia. Sin embargo, es posible que la mayor parte de los obstáculos con los cuales se encuentre residan en el hecho de vivir en “la caja” que nuestros hábitos mentales conforman.

¡¡Por ello, elijamos entrenar como un rey!!


FABIAN GARCIA PRACTICAL MARTIAL ARTS